Hacia el ciclo triunfal

Los JJOO fueron una ocasión para ¿trabajar?, o en todo caso, ¿demostrar? Creo que a ‘Mano’ y todo Brasil les costó comprender que el Oro no es sinónimo de estar preparados para la gran hazaña de aquí a dos años. Lastimosamente, ‘Mano’ interpretó lo segundo, y tuvo que decirlo justo antes de la final que aprobaría a Brasil como una super potencia -sobreestimando, claro-.

Brasil anteriormente chocó contra equipos de menor nivel que el de México, pero no fue el caso esta vez. En la final, Brasil tuvo un demérito enorme.

Para entrar ya en materia, hay que decir que los mexicanos poseen la «Coordinación defensiva posicional colectiva» -que Bielsa sabe explicar si no lo hace Tena-. Partiendo de eso, uno se puede imaginar que ante vértigo, el bloque seguía siendo un bloque, y en consecuencia, la efectividad en solucionar, una barbaridad. Individualmente, todos estuvieron a un nivel envidiable. Anticipando, acosando, presionando… El déficit se acentuó a medida que Brasil cambió, por lo que podemos deducir que México iba a ser condicionado si ‘Mano’ así lo preparaba.

La cuestión fue que el partido empezó violento. Peralta hizo el primero y la ecuación gaucha que no había mostrado nada aun, o se volcaba, o se lo tomaba de lo más normal. El 4-2-3-1 partió de inicio. Rómulo y Sandro se encargaron de formar la típica pareja, pero una línea más adelante, Óscar no andaba recostado, si no como un mediapunta. Alex Sandro era situado en la izquierda mientras Neymar lo acompañaba con la idea de triangular junto a Marcelo.

La situación no fue a más que una mala asociación entre los dos, y las pérdidas continuas de Óscar, que no estaba cómodo -y no estuvo mientras recibía de espaldas-, hicieron ganar mucho tiempo a México con largas posesiones, aspecto que irritó a Brasil debido a la usanza de esperar el error contrario.

Recibiendo de espaldas como única solución, solo produjo pérdidas.

La verticalidad inútil, si no era parte del plan, fue un signo nervioso bastante comprensible. Con el paso de los minutos, ‘Mano’ ajustó una y otra vez, y de esa manera, daba por sentenciado una primera parte como la siempre adecuada para la manumisión.

Así pues, Menezes efectuó el primer arreglo. Soltó a Rómulo hacia el carril derecho, y puso a Alex Sandro como el segundo mediocentro. Fue curioso porque de esa forma se vio un ‘plus’ tanto por el sector izquierdo como derecho. Cuando no pudieron hacerlo en seco, Neymar y Alex sí que asociaron bien desde la soltura del ’15’. Se convirtió su presencia, en efecto, el filtro de todo el campo. Por derecha, era un mediapunta que recibía mientras Óscar iniciaba la jugada.

Alex Sandro era el ‘plus’. Actuaba junto a Marcelo, hasta llegar a Neymar.

Y la situación fue revirtiéndose poco a poco. Alex Sandro pegado a la línea de cal, hacía a Marcelo cerrarse frente a un pasillo interior,  pero Herrera y Enriquez se encargaron de su margen de maniobra bastante previsible. La profundidad apenas se intuía, entonces Menezes quiso dar entrada a Hulk. Específicamente el plan no fue para él, pero sí que ayudó a la banda izquierda. ‘Mano’ se decantó por el 4-3-3 y permitió a Óscar apoyarse en la izquierda que tanto le pedía a gritos. Ilusionante fue, porque Marcelo y Óscar asociaban bien, y juntos dieron más que una ocasión de llegada.

Óscar dio ilusión, y ‘Mano’ la enterró.

Las sensaciones habían crecido, pero ‘Mano’ no se quiso enterar. Lo importante era marcar. Dar el primer paso del ciclo triunfal de España. Comenzaron los segundos 45 minutos y Hulk se mandó en carrera dejando en evidencia a dos hombres. Menezes quería verticalidad, y así mandó. Mala suerte la suya que México administró bien, y en plenos suburbios, Peralta dio en la  llaga.

Dominar un grupo joven lo transformó en más complicado, pero la cuestión es más general. El estilo hasta ahora es duda, pero el 2014 ya espera con ansias. Si ‘Mano’ es inteligente, puede ir sin prisa pero sin pausa y arribar con un discurso considerable. Como no es así, querer aproximarse a un Ciclo triunfal solo es más que la aprobación a las pretensiones de la CBF. Eso sí, que no se olviden Óscar, Neymar y Cía, que pueden andar con la conciencia tranquila. Nos mandaron una señal que en Brasil la generación de Sócrates todavía sigue viva…

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