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Los dependientes

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Jugar conlleva la responsabilidad de asumir un rol. El fútbol es un todo. Errado sería caminar distanciados. Si partes se separan, pierde tu equipo y pierden los jugadores. La selección peruana, a lo largo de estas Eliminatorias, ha demostrado lo contrario a temporadas atrás. A temporadas donde Chemo del Solar solo juntó a un plantel y olvidó lo de «equipo». El trabajo significativo de un entrenador está en consolidar esas piezas para pulir una sola, de lo contrario, es muy difícil alcanzar los objetivos por mucha calidad que exista. Hoy por hoy, Sergio Markarián lo ha hecho, aunque muchos pequen de oportunistas y no le hayan otorgado ese mérito hace mucho tiempo. 

Lo que da a entender a mucha gente Sergio Markarián, es lo mismo que Claudio Pizarro. Su juego es vital, como el de Guerrero, pero sus goles, en este país, son el equivalente a «dejar todo, dar la cara, sudar la camiseta…«. Si no hay goles, Pizarro será mal recordado siempre, como las derrotas del Mago.

El partido ante Ecuador tuvo, en gran parte, juego mental. Lo realmente destacable no fue el plan, sino ejecutarlo de la mejor manera durante 90 minutos. El gol tempranero de Pizarro produjo tácticamente un buen desarrollo en la segunda parte. Sobre todo, porque al equipo le permitió respirar y guardar energías para cumplir los roles defensivos tal cual estuvieron previstos.

El equipo de Reinaldo Rueda tiene muchos problemas. Problemas en el marcaje zonal (forma un 4-2-4 y no ocupa bien los espacios), problemas transitando defensivamente, problemas gravísimos en sus centrales (Guagua y Erazo), y sobre todo, la falta de fluidez en mediocampo (Rueda utiliza un volante ofensivo y otro defensivo, que no interviene en la creación). ¿Por qué está tercero? Tienen un sistema sencillo, pero extremadamente eficaz si el rival no está concentrado. Los córners y contragolpes (transiciones ofensivas) son su punto fuerte, y si el marcaje es apenas «bueno», Caicedo, Montero y Valencia están en completa ventaja. Justo a partir de ahí, Markarián armó y ató todo:

pivote

Perú salió con un 4-4-2. Ante la falta de Cruzado, Ramírez ocupó su lugar, habiendo un ajuste. ‘Cachito’ se adelantó unos metros. Retamozo, guardando posición, quedó como un solo volante. A partir de esa imagen, Perú empezó a construirse, pero nada dijo «listos» hasta que Pizarro y Guerrero no se presentaron. Los delanteros no son solo delanteros. Compartiendo un mismo dote, resguardaron el balón cuando lo recibieron. Al ras o por los aires, la virtud de girarse y tirar el apoyo al de su costado fue genial. Ante la escena repetida, surgieron los problemas para Ecuador. Los movimientos de Vargas (partiendo del centro hacia su izquierda) y Ramírez fueron claves (ver la imagen): jalaron marcas, tales como al defensa que respiraba la nuca del nueve, como atrayendo un volante para la filtración de Ramírez. El vértigo, en cierta parte, se sumó a la cabeza rival, y encima, su línea de cuatro descontó a Noboa, que tuvo notables problemas para el cierre de líneas.

La estrategia, en gran medida, se ocupó en hacer sufrir la zona central rival. La zona de los centrales. La zona, también, de los pivotes. En el segundo tiempo, Guargua y Erazo dejaron de sufrir. Pasó el dominio a otro escenario: Ecuador conservó mayor tiempo el balón, pero no por una maniobra suya, sino por Sergio Markarián.

1+3 sistema

Los de Sergio pasaron a replegarse en 4-4-2: cada uno con su par, excepto Retamozo, que se retrasó para generar superioridad numérica con Zambrano y Rodríguez ante los puntas Rojas-Benítez (luego sustituido por Caicedo). De esa manera, y a pesar que Ecuador intentó mediante rupturas y sprints varios desbordes por las bandas, no tuvo con gran diferencia sus oportunidades en el área de Fernández. En las pocas que sí llegaron, sobresalieron tres errores de Herrera al anticiparse. Después, las transiciones defensivas las cubrió con honores Edwin Retamozo, volante de gran resistencia física que desplegó especies de coberturas cuando Ecuador salía a la contra, y la pareja Zambrano y Rodríguez, que se anticiparon absolutamente a todo balón cortado realizando también coberturas tremendas, muy especialmente el segundo.

RetamozoPero pasemos a hablar más en específico. Desde que Pizarro y Guerrero dejaron el protagonismo para sumarse el plan B, el orden destacó más que los propios aplausos. Retamozo asumió un rol de acuerdo a su condición. Con Yotún adelantado (ver imagen), o Herrera (ver imagen) sin apoyos (Montero lo desbordó muchas veces en el 1×1), el abancayino se merendó todo sumando su peso sobre el ataque de Montero o Valencia. Makarián (sobre todo) hizo bien, porque camufló el principal defecto del ’22’: caer fácilmente ante el regate individual. Encima, al estar en banda, no existió la mínima intención ecuatoriana de circular el esférico. Son verticales. Ante eso, Markarián le indicó los puntos débiles… y él empezó a correr.

Herrera2Por otra parte, el ataque de La Tri desató preocupación solo en nuestra transición defensiva. El problema era que, el dejarle un mínimo espacio, significaba un un sprint rapídismo sin corrección alguna. Lo bueno: el único regate. Montero y Valencia no tenían una bicicleta, una croqueta o una elástica. Por eso, si se ejecutaba una correcta anticipación y una precisa lectura de movimientos el asunto se llevaba con comodidad. Herrera fue el otro partícipe de ese juego aparte. El más indicado, en evidencia. Y como ante Jefferon Montero tuvo aciertos y fallos (ver imagen), demostró, justo en esas escenas, el gran trabajo de Markarián ante el intento de frenar el peligro. Hubo horas de vídeo y trabajo técnico detrás.

Por otro lado, y como último punto, el gran empuje que tuvo el Estado Nacional con los nuestros fue increíble. Ergo, la mentalidad, en su tope. Sin tomar en cuenta la meta, el trazo hacia ella es la correcta. Si ante el arco de Domínguez, Pizarro no la hubiera clavado como aquellas que solo se ven en el Allianz Arena, quizá todo no hubiera significado nada. Entre la insistencia por conseguir lo difícil, a veces, sólo hay un instante. Un momento inesperado. ¿Se extenderá el sueño?

«El fútbol es un deporte de equipo, y los miembros del equipo son por lo tanto el dependiente, el uno sobre el otro. Si ciertos jugadores no realizan sus tareas correctamente sobre el campo, sus colegas sufrirán…» -Louis Van Gaal-.

Respuesta en dos tiempos (las 3 claves del Clásico del Pacífico)

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Casi nunca se puede acertar un partido en horas previas. A pesar del conocimiento del juego, el nudo de la historia intenta siempre no ser previsible. En definitiva, una decisión completamente inesperada del técnico, propia de su misma intuición, marca el camino. A sabiendas de lo dicho, cobró sobre el papel mucha atención la presencia de Carlos Lobatón. Markarián, apostador innato, quería sobrepasar dos cosas fundamentales: la presión chilena en salida y su intento por someternos. En lo primero, hay que decir que dio en la mismísima tecla. En lo otro, acabó perdiendo por el lento decaimiento de la aptitud defensiva. El rimense, como as bajo la manga, terminó pagando caro. La arriesgada solución que significaba hacer daño devolvió la acción en contra. Chile, en pequeños destellos, logró desangrar una defensa posicional que no conoce el orden en su totalidad. Desde el banquillo, Markarián decidió en un determinado momento agitar las cosas. En los mejores minutos de los locales, Sampaoli no halló más respuestas. No encontró a ninguno que le resuelva algo fatigoso e insostenible por naturaleza.

1. El juego del imán

Infravalorar la intención siempre ha sido culpable de no entender algunos cambios e incorporaciones. La apuesta por Lobatón y Cruzado en el mediocampo solo tuvo pocos segundos de explicación, pero llegó a ser clarísimo. Más que pases largos, era un continuo sometimiento. Ya en el contexto, se captaron dos facetas que hicieron funcionar la gesta. La primera se mecanizaba dentro de una salida. Con un Chile que estaba encima de Perú todo el tiempo, Fernández nunca tuvo intención de jugársela a los centrales. La propuesta iba muy clara. Balones largos a Pizarro. El delantero, una vez recibir y retener, tenía las líneas de pase muy claras, pues el primer apoyo que le salió a la vista fue de Ramírez. Aunque estuvo muy opaca su actuación de mediapunta, las intervenciones que llegó a dar en ese tránsito del partido tuvieron mérito. El balón una vez cubierto en sus pies, ya podía dar el siguiente paso, que era llegar a los centrocampistas. Cruzado o Lobatón, ocupando todo el ancho del terreno, llegaban finalmente a definir la jugada. La clave fue que, el sistema chileno, atraído como imán hacia los apoyos (Pizarro y Ramírez), quedó en time-out cuando se retrocedió la bola. Girado el ángulo de vista, lo que más llegó a estar en peligro fue su espalda. Y efectivamente. Para la ocasión, Hurtado y Farfán aprovecharon a sus marcas envueltas en pleno vértigo (imagen 1).

Desactivar la presión y lograr profundidad en una sola maniobra fue posible. Pero aquella salida no fue exclusiva. Como Perú de inicio optó por replegar, la mayor duda era en el momento del robo. Como salida ideal, el movimiento de ataque inicial era similar, y encima, más prometedor en cuanto a efectividad.

Con menos hombres detrás del balón y con el cambio rápido de mentalidad (transición defensiva), los chilenos sufrieron más del vértigo. En ocasiones contadas aunque mucho más vistas que la anterior, Pizarro atrajo y Lobatón finalizó -o mejor dicho, lo intentó- (imagen 2).

Más allá de lo previsto, contribuyeron de manera imperiosa -durante todos los 90 minutos- los robos y conducciones de Farfán. Sea en los balones divididos, rebotes o salidas a través de Mena, el peruano se merendó toda la banda. Su actuación, deslumbrante, brindó oxígeno a Perú y le permitió barrer contra toda comodidad en las salidas ofensivas de La Roja.

2. El ataque esporádico de Sampaoli

El ataque de la selección de Chile tuvo una característica fundamental si se quiere llevar al análisis: sus llegadas y oportunidades más serias nunca fueron continuas. Esto, básicamente, se presentó porque en su juego ofensivo jamás tuvo un gestor que sea el punto más referencia. En principio, la dirección de campo estuvo sujeta a la intervención de los delanteros. Beausejour, por ejemplo, fue el hombre que recibió más balones. Sin un apoyo claro de él por el gran trabajo de Herrera, los quites tempranos eran notables. El gran primer problema de Perú, era que, ante ese juego turbio, las salidas que se hizo a partir del 4-1-4-1 replegado no fueron sostenibles en prolongados tiempos. Pizarro no siempre logró ubicarse para las posibles recepciones y aquel juego de espaldas quedó limitado en solo rechaces. Estuvo Farfán, pero en plena inestabilidad, apareció la absoluta tranquilidad para Chile.

Ante los intentos, aquella circulación que no se prevé en un juego vertical, sorprendió repentinamente. Y sorprendió porque los errores peruanos más desapercibidos fueron los más determinantes. El primero, que la línea de Lobatón no estaba muy bien cubierta. En el 4-3-3 de Sampaoli existía la particularidad de contar con un volante más, que era Alexis. Retrasándose varios metros amenazó con girarse y romper barreras. Pero esto no se notó con punzada cuando apenas se pasaba por mitad de campo. El meollo se dio una vez producida las consecuencias de pasarse el balón de izquierda a derecha. Tras ganar posición, el central defensor nunca siguió a Sánchez (imagen 3).

Por último y como punto más fuerte, quedó Rojas. El central que fue siempre un desinhibido, cobró importancia en un par de jugadas del mejor tramo chileno en el primer tiempo. Con el sistema local mucho más retrasado (Pizarro empezó a ocuparse de Carmona y ya no de los centrales), las salidas del central ató una marca antes no vista. Como el lateral Mena se adelantaba, Farfán quedó apartado, y Ramírez, que anteriormente respiraba en la nuca de Carmona, ahora estaba cara a cara con Rojas. Entonces, una vez atada la línea de 4 y con los espacios mucho más descubiertos, Alexis quedó en un enfrentamiento directo con Lobatón, que por lógica, salió ganando a creces (imagen 4).

Tras los problemas, no solo se vieron enterradas las salidas, sino que, trajo consigo un desorden, propio de una situación completamente insostenible. Ante ese dolor de cabeza, Markarián dio por hecho el fracaso de su apuesta. Se había arriesgado, a su opinión. A ello, no respondió dando entrada a un especialista en cubrir o defender. Tomando en cuenta lo trajinado que estuvo Chile, quiso agitar las cosas, e hizo participar a Mariño. Con él, se activarían las puertas y los mejores 45 minutos que pudo recibir el estadio Nacional.

3. El secreto del triángulo

El segundo tiempo fue rojiblanco en su totalidad. Markarián, decidiendo ser más descarado, fue consciente también de los defectos contrarios. El más notable era la falta de un gestor. Es decir, ante una verticalidad indiscutida, quiso dañar exigiéndoles dominar lo que menos saben.

Estos 45 minutos fueron reconocidos como el tiempo de las transiciones. Si en la primera mitad se las evitó, ahora se las enfrentaría. Pero pese a ello, no existieron riesgos. Esta vez, Sergio se aseguró en todo. Como lo conservador pasó a revolucionario, obviar los problemas sería tonto. Sin embargo, el técnico uruguayo demostró que desde el nuevo plan se obtendría un beneficio grande. En primer lugar, las grandes características era que el equipo pasó a formar un 4-4-2, y que la marca dejó de ser retrasada; empezó desde muy arriba. Chile, frente a ese inconveniente no tuvo más respuesta que enviar pelotas largas y aéreas hacia sus delanteros. Ahora, con las pelotas divididas como tránsito y sin su opción a estar tranquilos -sino siempre luchando los balones y porque había una equivalente cantidad de gente detrás y por delante del esférico-, los rojiblancos salieron airosos. ¿De qué manera? La zona volante, la que recuperó con amplia ventaja, encontró tres salidas: Cruzado, Ramírez y Mariño. Los tres poseían capacidad de filtrar balones, y ante los pocos hombres chilenos, la superioridad peruana se generó a borbotones (imagen 5).

Lo imponente también, fue que Perú obtuvo en todo lugar una vía de escape. Recordemos que, en el primer tiempo, obtener salida desde atrás post-robo se convirtió en un imposible. Solo en zonas altas y a través del mejor Farfán se pudo llegar con peligro. Pero tras formatearse y empezar con las líneas adelantadas, todo poseyó caras nuevas. Farfán pasó a un segundo plano si cabe, y el tridente compuesto en el mediocampo se movilizó diferente.

Y es que las veces que Chile llegó a pisar el área ya no serían desde un ataque posicional sino de un contragolpe. Tras lo dicho, la desvinculación de Alexis Sánchez con el juego fue nada más una consecuencia. Aparte, el gran central Jesús Álvarez acertó en toda anticipación, y un supuesto retraso era un dolor de cabeza. A pesar de todo, evitar la impresionante carrera de Vargas era demasiado difícil. Para tranquilidad del sistema local, Ramírez y Cruzado retrocedieron hasta la última línea, y una vez recuperar -que se hizo con gran dificultad- la salida también era posible. Tras la nueva transición ofensiva peruana, el encuentro con Mariño siempre desató sonrisas. Disfrutando de metros por delante fue un martirio para Carmona, Medel y Aránguiz, que minutos después pagaría lo mismo que Lobatón: el cansancio físico y mental.

Sin Aránguiz ni Alexis retrasado, y en líneas generales, sin Chile teniendo oportunidad ante una defensa retrasada, Perú salió ganando y La Roja pasó a ser una embarcación sin vela. Markarián metió al rival en un problema que por lógica no saldría, y la inestabilidad pasó al otro bando. Voltearon la tortilla. Desde la grada y desde el punto de vista más emocional, Perú compensó todo ese primer tiempo con frescura. La calidad que brindaron los mediocampistas les otorgó calma y sobre todo, seguridad. Yotún, uno de los más errados, se atrevió a conquistar zonas más de un volante, y justo ahí, donde nadie menos se lo esperaba, robó, levantó cabeza, y la gloria pasó a ser del siempre encomiable jugador.

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El poderoso ‘Timao’

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Hace tres años que un equipo sudamericano no contrarresta tanto a uno europeo. El Barcelona abordó muchos más conceptos y en plena coronación como equipo del año, se chocó fuerte con un modesto Estudiantes de la Plata. El Corinthians, con una manera de jugar coherente, trabó a un rígido Chelsea desde distintas piezas claves a lo largo del encuentro.

En primer lugar, este año ha sido la demostración de aspectos del juego gauchos que el Tite ha complementado con una filosofía bastante inculcada en Brasil. Es importante señalar que cuando me refiero a la filosofía bastante inculcada en Brasil me estoy refiriendo al jogo bonito o la imborrable escuela brasileira desde muchos años atrás, donde los jugadores improvisaban y desenvolvían el fútbol de su equipo conforme a calidad e inspiración individual. En 1982 se le sumó una idea -por necesidad- que llamaba al orden defensivo. Esto no pasó por alto, pero el estilo a partir de entonces se llegó a consolidar como el contragolpe. Aun así, y a pesar de las críticas, el Tite le ha añadido dos cosas importantes y trascendentales: recomposición rápida defensiva y apoyos frontales en la delantera. Gracias a ello se puede ver un fútbol mucho más fluido en ataque -aunque sin dejar de ver pérdidas- y una restauración a través de permutas si el rival toma posesión.

Esquemas posicionales de los dos conjuntos.

En 90 minutos Cech no tuvo más de una ocasión donde un delantero se le haga presente cara a cara. David Luiz, Cahill y algunas veces Ramires taponaron una transición gaucha que nunca tocó fin. Pero como aquellas historias envueltas de honor y justicia, se hizo presente aquel momento épico donde cualquier detalle marcó la diferencia; le tocó a Paolo Guerrero y el ‘Timao’ fue campeón.

Lo realmente determinante, en primer lugar y al borde de señalar al Corinthians como equipo TOP, fue presenciar a un Chelsea sin esa ambición por tramitar procesos intelectuales en sus jugadores. 4-2-3-1 muy rígido: movimientos típicos de Mata recostándose en banda para conectar con los extremos, Ramires y Lampard escalonando según ocasión, Hazard y Moses sin la compañía de laterales que desdoblen, y Torres muy ‘higuainesco’Benítez, a sabiendas que en la vida hombres como Emerson o Paolo iban a ganar al cuerpo a cuerpo a jugadores de la Premier League, no se creó preocupaciones y quiso que su equipo se aferrara únicamente al juego directo. Si añadimos a la ecuación que el Corinthians retrasó muchos hombres como Jorge Henriquez, negando conexión interior, se explica todo.

Pero, con esto de antemano, ¿el juego directo fue provocado? Muchos balones a la cabeza del punta, pero pareciese que no fuera culpa del ‘Timao’ que esto ocurriera. El Chelsea es un equipo con laterales que no corren igual que antes, y circulando y filtrando balones hacia los costados, no se veía. Una opuesta hipótesis llegó después ya que el Chelsea aprovechó minutos donde el equipo del Tite bajó su altura de presión, colándose en 3/4 de campo. Fue un bello panorama para Lampard, pero lástima que durara poco al encontrarse con hombres de poca tregua. Sea como sea, Fernando alguna iba a cazar, y sí que llegó su momento.

Paulinho encima de Ramires y Emerson de Lampard.

Ante la inminente oportunidad de Fernando, el Chelsea muy pocas veces llegó al área contraria a través del juego directo. Lo que observamos a continuación fue Art of Defense. El Corinthians desarrolló su máxima expresión. Quizá podamos dividirla en dos facetas. La primera fue cuando el equipo ‘blue’ pisó campo rival. Ahí se observó que Jorge Henriquez y Danilo, los extremos, se convertían en  segundos laterales, mientras la defensa replegada esperaba por anticipar. Los que cerraban el centro era la línea de 4 y Ralf por delante. Pero ante tanta espera, Alessandro se dio el lujo también de salir a buscar sin preocupaciones de su espalda. Yo lo quise llamar ‘Escudo y lanza’; ustedes ya entienden:

Defensa gaucha replegada con su doble lateral.

Defensa de Ralf-Danilo y próxima anticipación de Fabio Santo.

Escudo compacto (línea de 5 con Danilo y J.H.) y dos lanzas (Alessandro y Ralf)

La segunda faceta se vio beneficiada por los pocos contra-atacantes del Chelsea. El Corinthians sumaba hombres por el sector opuesto del atacado y al llegar a medio campo recuperaba. Hubo dos o tres de estas imágenes, hasta el segundo tiempo, donde Rafa decidió soltar cabos sin precaverse de un último actor en escena.

En los segundos 45 minutos Benítez quería el gol. Pero la verdad que esto vino confundido con un juego menos ambicioso. Prescindió de sus extremos y mediapunta en la defensa organizada, y los mandó a esperar el contragolpe. De esta forma el Chelsea llegó como un relámpago haciendo que la veloz transición defensiva gaucha opacara sus virtudes. Paulinho era testigo; no sin más su juego de naturaleza llena de virtudes y errores, se convirtió en el precio caro debido a las pérdidas continuas por el sector de Alessandro. Esto en un principio no fue problema porque el Chelsea no tenía pensado fijar más gente delante y porque el plan brasileiro no tiraba de tanto daño ofensivo. Paulinho era el hombre del partido, pero justo en el momento del cambio, la moneda fue girada, porque el Tite, astuto, metió a Guerrero al juego. Con ello ganó lo que a Rafa nunca se le pasó por la cabeza: desangrar enormemente al equipo inglés.

Guerrero garantizó retención de balones a través del juego de espalda.

Guerrero en dos tomas en su juego de espalda por derecha.

Ya no existía, ergo, un costado derecho ‘cojo’; ahora podían triangular, y aun peor, cambiar de orientación. El peruano permitió fijar balones cómodos en ese sector y que Alessandro o Paulinho levantaran cabeza hacia Emerson o Fabio Santo. Por otra  parte, el mismo Paulinho ya no pagaba factura física porque no tenía que recorrer todo el ancho como antes (cuando se llegaba con un único referente: Emerson). Ahora en ambas bandas se podía triangular, y la defensa ‘blue’ fue vista como una ‘perita en dulce’ por minutos.

Llegó el ansiado gol, y el Corinthians decidió recostarse sin soltar su apuesta ofensiva. Los primeros ataques posicionales que se habían visto en todo el partido permitió soñar con jugar ante la abigarrada y desesperada mentalidad europea. Finalmente y ante la inesperada sorpresa de Rafa, hizo ingresar a Óscar y Azpilicueta. Los balones precisos del brasileño y las centros veloces del español lo hicieron soñar por segundos. Lo malo es que era tarde; a Hazard le quedó un espacio grande para desdoblar con naturalidad, y a Torres se le hizo gigantesca la estatua de Cassio.

El cierre del Corinthians tanto en la primera como en la segunda parte (no solo porque sus extremos convertían un doble lateral) fue continuo y cada vez más sentencioso. Por eso siempre el gol recayó en Torres. Si se hacía algún desmarque ganaba, aunque de ese partido para qué seguir debatiendo. Sobre todo lo demás, al Tite no debe importarle que Benítez no haya precavido. Golpeó con más saña y eso es para querer abrazarte con los tuyos. Se merece mucho.

Referencias:

Corinthians vs Boca Juniors – Final Libertadores 2012

El Brazil de Tele Santana (España 1982)

Málaga Club de Inspiración

Hasta ahora, Manuel Pellegrini ha exhibido un libreto que es difícil de situar en un contexto tan competitivo como La Liga española. Al final de todo, él dice que talento es talento, y lo que ayer fue Cazorla, Cani y Borja Valero, hoy es Isco, Joaquín y Portillo. Los tres mediocampistas albicelestes demuestran ser excepcionales cada fin de semana; nos dejan más que exhibiciones. Hoy, el fútbol de La Rosaleda se dedica a rendirse a sus pies. La gente, a su vez, nos ha dicho desde octubre que se puede disfrutar del fútbol pensando como viendo el balón. ¿Ustedes creen?

No hay que perder el sigilo, eso sí. El Málaga de Pellegrini ayer se enfrentó al Valencia y la verdad dejó todo su esplendor gracias también -gran parte- al demérito rival. Mauricio Pellegrino quizá perdió la ocasión. El conjunto ché estaba casi obligado a presionar aprovechando las bajas del Málaga: primero, de un Monreal que estaba siendo hombre clave para las salidas, y segundo, de un Isco ‘tocado’ por los partidos entre semana. Aun así, el Valencia cedió metros a Demichelis, y junto con el doble pivote -magnífica actuación sin balón-, se salió estupendamente. Más allá, esperaban los genios, lo que se explica con vídeo, sí.

Así las cosas, con un Valencia que dejó espacios inevitablemente desde su 4-4-2 y terminó de romperse cuando Portillo hacía bascular a dos o tres hombres, y aun así -fíjense el tremendo talento-, siempre logró activarse alguna línea de pase. No le temió a nada. Ni Tino Costa y Gago pudieron evitar que conectara con Isco, que es de más decir que conduce como nadie y en el momento que menos te lo esperas, es capaz de girarte y matarte en la descarga. Por el otro lado estuvo Joaquín, que también se sumó al costado derecho. El Málaga es libertad, decisión gobernada por calidad, seguridad si los tres quieren combinar por un solo sector. No importa el corto espacio, salen airosos con mucho orden.

Pero los errores del Valencia trajeron mucho más: contras que llegaron al área de Alves desde cualquier zona del campo (por más alejada que fuera), situaciones de 1 contra 1, diversidad de espacios en la frontal. Ante todo, espectáculo en tres fases del juego, porque en defensa organizada supieron actuar también.

Toulalan fue el factor diferencial. Cuando el Valencia pisaba campo rival, las bandas estaban notablemente taponadas por la marca férrea de Gámez y Eliseu. Con los extremos también apoyando, la pareja Tino-Gago circulaba hacia el centro; llegaron a hacer sus mejores conducciones, pero se las robó el mediocampista con carácter más defensivo que ofensivo: Jérémy. Ante ello, las únicas buenas salidas que realizó el Valencia se dieron con Banega retrasado, ergo, asomando peligro, el doble pivote salió al corte, pero siempre encontraron solución los murciélagos, porque se cruzó Guardado, que acostumbra a ser limitado en lo explosivo, pero que su técnica le obligaba a colaborar de tal forma.

Solo para tener una pizca de ácido, ante el Zenit se mostró carencias que tuvieron que ver con sus salidas. Sufrieron, y hasta se diría que pudo descubrirse el ‘techo’ de este Málaga. Fue un ligero bajón emocional como aficionado. Pero hasta que no cedan metros, no se recupere Monreal, y Pellegrini no tenga a Isco tocado, este equipo seguirá robándose corazones.

Hacia el ciclo triunfal

Los JJOO fueron una ocasión para ¿trabajar?, o en todo caso, ¿demostrar? Creo que a ‘Mano’ y todo Brasil les costó comprender que el Oro no es sinónimo de estar preparados para la gran hazaña de aquí a dos años. Lastimosamente, ‘Mano’ interpretó lo segundo, y tuvo que decirlo justo antes de la final que aprobaría a Brasil como una super potencia -sobreestimando, claro-.

Brasil anteriormente chocó contra equipos de menor nivel que el de México, pero no fue el caso esta vez. En la final, Brasil tuvo un demérito enorme.

Para entrar ya en materia, hay que decir que los mexicanos poseen la «Coordinación defensiva posicional colectiva» -que Bielsa sabe explicar si no lo hace Tena-. Partiendo de eso, uno se puede imaginar que ante vértigo, el bloque seguía siendo un bloque, y en consecuencia, la efectividad en solucionar, una barbaridad. Individualmente, todos estuvieron a un nivel envidiable. Anticipando, acosando, presionando… El déficit se acentuó a medida que Brasil cambió, por lo que podemos deducir que México iba a ser condicionado si ‘Mano’ así lo preparaba.

La cuestión fue que el partido empezó violento. Peralta hizo el primero y la ecuación gaucha que no había mostrado nada aun, o se volcaba, o se lo tomaba de lo más normal. El 4-2-3-1 partió de inicio. Rómulo y Sandro se encargaron de formar la típica pareja, pero una línea más adelante, Óscar no andaba recostado, si no como un mediapunta. Alex Sandro era situado en la izquierda mientras Neymar lo acompañaba con la idea de triangular junto a Marcelo.

La situación no fue a más que una mala asociación entre los dos, y las pérdidas continuas de Óscar, que no estaba cómodo -y no estuvo mientras recibía de espaldas-, hicieron ganar mucho tiempo a México con largas posesiones, aspecto que irritó a Brasil debido a la usanza de esperar el error contrario.

Recibiendo de espaldas como única solución, solo produjo pérdidas.

La verticalidad inútil, si no era parte del plan, fue un signo nervioso bastante comprensible. Con el paso de los minutos, ‘Mano’ ajustó una y otra vez, y de esa manera, daba por sentenciado una primera parte como la siempre adecuada para la manumisión.

Así pues, Menezes efectuó el primer arreglo. Soltó a Rómulo hacia el carril derecho, y puso a Alex Sandro como el segundo mediocentro. Fue curioso porque de esa forma se vio un ‘plus’ tanto por el sector izquierdo como derecho. Cuando no pudieron hacerlo en seco, Neymar y Alex sí que asociaron bien desde la soltura del ’15’. Se convirtió su presencia, en efecto, el filtro de todo el campo. Por derecha, era un mediapunta que recibía mientras Óscar iniciaba la jugada.

Alex Sandro era el ‘plus’. Actuaba junto a Marcelo, hasta llegar a Neymar.

Y la situación fue revirtiéndose poco a poco. Alex Sandro pegado a la línea de cal, hacía a Marcelo cerrarse frente a un pasillo interior,  pero Herrera y Enriquez se encargaron de su margen de maniobra bastante previsible. La profundidad apenas se intuía, entonces Menezes quiso dar entrada a Hulk. Específicamente el plan no fue para él, pero sí que ayudó a la banda izquierda. ‘Mano’ se decantó por el 4-3-3 y permitió a Óscar apoyarse en la izquierda que tanto le pedía a gritos. Ilusionante fue, porque Marcelo y Óscar asociaban bien, y juntos dieron más que una ocasión de llegada.

Óscar dio ilusión, y ‘Mano’ la enterró.

Las sensaciones habían crecido, pero ‘Mano’ no se quiso enterar. Lo importante era marcar. Dar el primer paso del ciclo triunfal de España. Comenzaron los segundos 45 minutos y Hulk se mandó en carrera dejando en evidencia a dos hombres. Menezes quería verticalidad, y así mandó. Mala suerte la suya que México administró bien, y en plenos suburbios, Peralta dio en la  llaga.

Dominar un grupo joven lo transformó en más complicado, pero la cuestión es más general. El estilo hasta ahora es duda, pero el 2014 ya espera con ansias. Si ‘Mano’ es inteligente, puede ir sin prisa pero sin pausa y arribar con un discurso considerable. Como no es así, querer aproximarse a un Ciclo triunfal solo es más que la aprobación a las pretensiones de la CBF. Eso sí, que no se olviden Óscar, Neymar y Cía, que pueden andar con la conciencia tranquila. Nos mandaron una señal que en Brasil la generación de Sócrates todavía sigue viva…

Inclinar la balanza

Brasil a un paso de la gran final, quiso jugar más con la moral del enemigo. ‘Mano’ trabajó para ganar. La alineación asomaba al siempre 4-2-3-1, pero esta vez fue diferente. Rómulo, pareja con Sandro, se soltó completamente, y el ‘5’ quedó solo en la base. ¿La idea? Llegar por uno de los dos carriles como sea -derecho o izquierdo-, y que Sandro asegure la posesión en caso de pérdida.

Corea del Sur no presionaba, taponaba. Fue inteligente. Pero Brasil determinante. Es chocante saber que el partido del 3-0 estuvo compuesto por tan solo una transición ofensiva limpia con profundidad. Tan solo una gaucha.

Sandro no ayudó como cualquiera lo hubiera querido desde el mediocentro. Hizo lo que pudo desde lo simple que fue su actuación, pero la lateralidad que contribuyó constantemente sirvió para crear pasillos por los costados. Y aunque el ‘plus’, o sea, la rapidez para cambiar de banda, se presentó pocas veces, fue efectiva en la única ocasión de filtrar una línea de pase al talentoso Óscar.

La única transición ofensiva limpia

El 1-0 para Brasil significó un robo desde su propia área. Las ocasiones eran a partir de aquello. Después, Rómulo desmarcándose del sector de interior pudo ganar ataque posicional con los suculentos pases de Thiago Silva.

La historia cambió algo en el segundo tiempo. La superioridad se volcó hacia Brasil porque Corea terminó a veces recostada. El temor a los cambios de banda del central del PSG hacia Neymar o Marcelo (el punto de origen de los otros dos goles) hizo evidenciar el famoso triángulo compuesto por el ’11’, Alex Sandro y el lateral. Por último,  las sensaciones a que Óscar tome el control por detrás del balón hicieron retrasarlo, a la vez que, Sandro, ya no era un problema, más bien un seguro de vida.

Paralelo a ello, Corea ganó minutos desde las largas posesiones. Brasil a partir del minuto 45 la pasó prácticamente en su campo -lo cual no significa que fue inferior-, y entonces se llegaron a presentarse dos matices bastante acentuados.

La primera fue que Brasil resistiéndose a presionar y bastándose con la espera del error, dejó expuestos varios huecos que el rival logró aprovechar. Dentro de sus consecuencias, se desató uno de los mayores problemas para los centrales brasileños, que es dominar a los puntas que se movieron a sus espaldas. El hecho es que, Brasil acostumbrado a recuperar desde la equivocación, hizo acostumbrarlos a no prever jugadas tan simples como decisivas.

Fíjense en el movimiento de Kim. Juan en evidencia.

Suerte la suya ante Corea, que ninguno de las puntas practicó movimientos laterales como Bengtson en el anterior episodio. El hecho es que tanto Juan como Thiago pueden sufrir mucho si se les exige dominar lo que muchos equipos practican. 

No sé yo que tramará México, pero ganarle a Brasil es pasar por riesgos. La suerte de Honduras (para marcar) es imposible que se repita, pero la efectividad de los puntas no. Mientras Brasil prefiera ser cauteloso, ahí arriba se encontrará la solución a los problemas de cabeza contrarios. Inclinar la balanza puede llevar sorpresas.

Señas de optimismo

No exagero si digo que Honduras llegaba a la final. Con lo dicho, Londres 2012, en fútbol, no es una competición de alto nivel. Eso sí, conocer a Brasil significaba necesariamente seguirlo, y paso a paso. Es por eso que los matices que hasta ahora se han obtenido significarán la Seleçao del 2014. Claro está.

Quiero creer que si fracasan, la CBF recordará la década 80′, aunque la verdad, es una utopía volverlo a pensar. Viendo el postura de amenazar con echar al técnico sin antes examinar su método de trabajo, resulta fácil sacar conclusiones de la forma de trabajar mediocre de un país con tanta historia futbolera.

Sin embargo, y ante ello, me siento en la obligación de seguir aquella frase tan popular que dice «Brasil es Brasil». Y lo afirmo. La Verdeamarelha tiene cosas que por sí solas se presentan. Determinación es una de esas cosas. Neymar, Óscar, Marcelo, Alves, Damiao, cargan mucho de ello.

Ante Honduras se vieron las caras con un plan muy certero. Luis Fernando Suárez, técnico colombiano, trató a Brasil como un equipo con defectos notorios. Por eso explotó y les puso a prueba en cuestiones que no había enseñado antes.

Entrando ya en materia, Honduras poseía una portentosa línea volante, llena de calidad y rapidez. Para llegar a ella -superando la presión de los 5 hombres brasileños-, el portero se encargaba de enviar un balón aéreo y fuerte hacia el área contraria, para así, una vez rechazada, ser supuestamente controlada por Rómulo o Sandro, objetivo claro de Honduras al saber que la perderían por no poseer un buen timing y control; a expensas de un achique.

Sandro pierde el balón tras presión contraria

Como veníamos diciendo desde episodios pasados, la pareja de mediocentros sin balón sufre ante un mediapunta que marque cambios de ritmo. También, por lo anteriormente dicho, podemos comprobar que son malos aprovechando las pelotas divididas. Pero eso sí, no puedo recriminar nada. Es lo que hay, sin más. Trabajar con Sandro y Rómulo -teniendo en claro sus defectos con y sin balón- es un periodo de adaptación para el técnico que a mi punto de vista está administrando lo mejor que puede.

Lo que acredita recién a Sandro y Rómulo como buenos marcadores es estar delante del rival. Ahí roban y los hombres de líneas posteriores se acercan a recibir y llevar por hecho un contra.

Óscar, en este caso, aprovecha el robo del mediocentro

Como consenso a los robos y juego aéreo de Honduras, esta pasó algún que otro problemilla concreto en la primera parte. Neymar se comió la espalda del lateral derecho, y Óscar, como a mitad del primer tiempo decidió iniciar la jugada, y vaya que funcionó. Después, las contras eran siempre mayor castigo a una Honduras bastante aguerrida y arriesgada.

Con Óscar se ganó sorpresa y fluidez

Ya en el segundo tiempo Honduras andaba con 10 hombres. Y le fue enormemente dañino. Le obligaron a retrasarse debido a que, sin su segunda punta en el campo, no era los mismo el acoso defensivo en campo gaucho. Ahí Brasil disfrutó más por la situación hondureña de negarse recostar mucho. Perdía una de las opciones para que su línea volante gane posesión, que era el robo.

La Bicolor, a su difícil condición, le sumaron pelotas aéreas por banda después de una irregular circulación, que por cierto, invitó a pérdidas bastante desastrosas. Intentaron salir también desde el ras, pero les fue inútil. Así sus líneas se volvieron de poquito en poquito vulnerables. El indicador fue que la banda derecha brasileña se hizo paso hasta llegar el área sin problemas, situación muy distinta en el primer tiempo, donde se presentaba como un lado ‘cojo’ debido a sus pases certeros pero lentos.

Ya casi yendo al minuto 60, Neymar decidió darle vuelo a las participaciones de Óscar por detrás de la línea del balón. Se colocó de interior mientras Marcelo estiraba-, y esperó a que se activara una línea de pase hacia él. El tercer gol de Damiao fue resultado de dos intervenciones del mismo acento.

El gol de Damiao, sin palabras

Neymar esperando la activación a su línea de pase

Y por último, a la exhibición se añadió una muy mala seña de Brasil, que no es nueva, pero que el sábado se vio a notoriedad cuando Bengtson hacía sus movimientos laterales, y los centrales, todos estáticos, caían en la trampa, regalando ataque posicional al contrario, y los dos corners que hicieron en el partido. ¿Qué será en el área?

Observar a Bengtson, entre los centrales

Así Brasil confirmó muchas cosas. De las que ya tenemos claras, una indica también que posee recursos individuales más que determinantes. Neymar lo fue en el segunda parte. No sé yo hasta que límite llegará aquellla suerte, pero si le marcan a Brasil, claro está que saldrán de uno en uno por distintos sectores y sin previo aviso.

Determinación y problemas

Hasta el momento Brasil ha demostrado que su virtud más pulida es la transición ofensiva. Neymar puede estar más tranquilo. Ante Nueza Zelanda se añadieron al repertorio Alex Sandro, Lucas Moura y el metódico Marcelo.

Con permiso de Óscar, esta alineación resultó ser buena. El rival apostó por un 4-4-2 muy consistente a primera impresión. La cuestión fue que comenzó a crearse vértigo debido a que Nueza Zelanda con su esquema buscó siempre acosar la salida anticipando o achicando. Brasil en sus arranques no filtraba nada profundo, así que mediante la circulación y a la espera del desorden, fue creando espacios con Marcelo, y martirizando una banda izquierda contraria que se fue diluyendo con el paso de los minutos.

De izquierda a derecha, por ejemplo, se propiciaron espacios. También ganando ataque posicional con Alex Sandro. Directamente un balonazo hacía él hacía manejar los hilos desde la izquierda -que en poca cosa se convirtió debido al pésimo lateral que se ocupó del sector-.

Nueva Zelanda saliendo a buscar. Lucas aprovecha el vértigo por derecha para la pared con el interior.

Por la banda izquierda se armó un circuito interesante. El triángulo inicial estuvo formado por Marcelo, Alex Sandro y Neymar, pero con la espontaneidad que exigía el rival, el ’11’ y compañía dejaron el pasillo libre al lateral.

1. Alex y Neymar juntan marcas. 2. Marcelo escorado aprovecha espacio. 3. Recuestan las líneas. 4. Juan interviene con un toque sensacional.

Aproximadamente al minuto 20, Nueva Zelanda disminuyó la intensidad. Sus ataques, todos inefectivos, le hicieron ahogarse en los cambios de ritmo que obligaron los agotadores 60 metros de recorrido. Brasil aprovechó muy bien asociando por derecha. La contrarrestación a las paredes que mostró el lateral izquierdo rival en los primeros minutos no era lo mismo a esta altura del partido. Suerte la suya que Rómulo no comparte los dotes de Óscar.

Por el otro lado, Marcelo podía centralizar sus movimientos para aprovechar la espalda de la línea oponente. Sin ningún problema prosperó, y ahí lo esperaba Neymar o Alex Sandro muchas veces para acabar con el castigado Adam Thomas.

1. Neymar de emisor y Marcelo de interior. 2. Alex recibe escorado. 3. Marcelo se proyecta.

Y el segundo tiempo estuvo comandado por las pelotas divididas y la comprensible holgura de la defensa brasileña. Los neozelandeses no supieron finalizar o profundizar después del ataque posicional. En ningún momento. De eso Brasil sacó tajada y armó contras que terminaron el oxígeno y autoestima de un equipo que retornaba a su campo con desánimo y en consecuencia, invitando a más vértigo.

Podemos estar seguros que Menezes sabe de la riqueza técnica que posee, pero hasta ahora Brasil tiene problemas graves en cuanto a defensa estática se refiere. En este encuentro no, pero la transición defensiva sigue sin convencer, y en ataque posicional falta pulir dentro de lo que se puede asociar, cosa de tiempo.

Al fin y al cabo Brasil no está tan mal. Eso sí, no está ganando por sus estrellas. La determinación individual encierra un concepto de aprovechar los recursos que tienen ciertos futbolistas (por ejemplo, la habilidad de Lucas Moura al conectar a un solo toque con cualquier parte del cuerpo). Brasil está para eso. Solo falta que ‘Mano’ resuelva la difícil ecuación que representa su defensa organizada. Después, a excepción de sus malos pivotes (a consecuencia del cambio), Brasil arriba puede armar un patio de colegio. Desde el orden, claro.

Caminos varios

No nos quedamos satisfechos al ver el primer partido de la Verdeamarelha y apuntar datos a cada factor individual. Obtuve ciertos matices de jugadores mas no datos exactos y completos. Contra Bielorrusia la situación cambió. Entraron mucho más en especificidad jugadores como Óscar. También se comprobó las facultades de Hulk, Marcelo, Rafael y las dificultades de un futbolista como Pato.

Los bielorrusos desde un principio cedieron el balón a Brasil. Formaron un 5-1-3-1 demasiado tentador, y parte del plan fue regalar a los brasileños un comodísimo ataque posicional -que se mantuvo martirizador a través de los cambios de banda-. El rival tras robo se fue a la contra, pero las veces que trataron a través de balones largos y frontales fue en vano. Sus oportunidades fueron incipientes cuando robaron a la altura de 3/4 de su campo, y en donde Brasil demostró una vez más de las carencias en defensa organizada (el gol que le encajaron a Brasil fue casi infantil).

A través de los cambios de banda, Brasil generó vértigo

La transición defensiva gaúcha no fue efectiva porque Rómulo y Sandro sufren de vértigo. Al enfrentarse a mediocampistas muy veloces que tienden a marcar cambios de ritmo, se ahogan. Los dos como pareja de pivotes son casi inútiles para ‘atar’ problemas en el centro del campo cuando alguna cosa sale mal arriba. No hay pivote ideal cuando el rival se impone. Anticipación 0.

Pero la situación del partido se resume en que Brasil se echó encima de Bielorrusia casi todos los 90 minutos. A pesar de ello, la ventaja en el marcador llegó casi tarde. Antes del enorme gol de Neymar de tiro libre, se llevó a cabo una serie de hechos que terminaron por comprobar las diferentes vías ofensivas que posee la Seleçao.

En primer lugar, y reiterando, casi todo el primer tiempo Brasil se acomodó con cambios de banda. En la izquierda se formaba un triángulo compuesto por Marcelo, Óscar y Neymar, mientras por la derecha estaban Rafael, Rómulo -que se desprendía del doble pivote-, y Hulk.

A la izquierda, la banda más dotada a nivel técnico. A su derecha, reúne sorpresa.

Las llegadas al área siempre fueron de centros, pero el vértigo que desconcertaba a la defensa europea era siempre el mayor respiro a Brasil (el pivote rival recorrió siempre todo el ancho del campo, casi asfixiado). A través de ello se descubrió, muy aparte de los balones colgados al frente del arco rival, las aptitudes que tiene el equipo sudamericano para enfrentar a un armado de líneas poco acosador.

Al equipo de ‘Mano’ ganando ataque posicional les salía a escena una serie de variantes. Una de ellas se llamó Neymar. La joven perla que es muy comentado a menudo, obtuvo dos o tres caminos desde la banda izquierda, que fue suya esta vez. El miedo se hizo de Bielorrusia cuando el triángulo lo hacía emisor al ’11’. Colocaba Óscar a su derecha con el pasillo libre y a Marcelo abriendo hacia la línea de cal. En esa situación, o bien cedía la pelota al talentoso Óscar, o bien amenazaba con trazar una diagonal endiablada y encarando como suele hacer. Lo curioso, es que solo una o dos veces intentó lo segundo. Quizá por el estático Pato. O por seguridad a no perderla con la defensa paciente y replegada atrás.

Pero el asunto no terminaba ahí. Marcelo era el que podía activar la segunda opción. Hacer el dentro-fuera para el sistema brasileño era lo usual, porque una vez que Neymar decidió abrirse al costado libre, los centros fueron siempre la mala reacción contraria.

Neymar tuvo opciones, todas efectivas

Por último, a esta exposición de cracks se presentó Óscar. Creo que a sus 20 años la generación que se le presenta es muy injusta. Merece compartir escena con los Zico, Sócrates y Cerezo. Quizá su vida pasada. No es novedad ver a un mediocampista como Óscar en Brasil. Es rarísimo. Ante Bielorrusia demostró una vez más que sus dotes técnicos son para aprovecharlos. Por los tres sectores del campo apoyó como nunca, pero lo más impresionante de todo, fue que llevó esa magnificencia tanto de emisor como de receptor situado entre líneas rivales o detrás de ella. Versatilidad pura y en su máxima expresión. Promete más.

Quizá es algún mediocampista del 82′ que ha vuelto a «nacer»…

Con Bielorrusia alterada, la situación muy típica durante casi 30 minutos hizo a ‘Mano’ cambiar de planes y mandar a Óscar a ser dueño de todo el eje horizontal. Poco ayudó a la banda de Marcelo y Neymar, que se quedaban sin el tercer apoyo, pero dejó de ser poco estéril el otro costado, y restó pasividad al carril central.

En el segundo tiempo, Brasil volvió a echar mano de la superioridad mediante las bandas. Pero duró poco. El técnico quiso probar a Ganso -que estuvo verde- y terminó haciendo estéril un plan que a simple vista siempre fue para los desmarques de Óscar. Lo acerbo fue volver más estéril de lo que ya era. Salió Sandro agotado, y gracias a ello se colocó Rómulo con dos acompañantes a sus costados -Rafael y Marcelo-, siendo esto efectivo a la hora de cerrar contragolpes al ras del piso. Cinco detrás del balón. Sin riesgos.

Se presenció por último, la asociación de Óscar y Neymar, que no enseñó grandes cosas pero que dejó indicios de algo endemoniado. Los minutos finales fueron protagonizados por Bielorrusia que apretó más de la cuenta para que Brasil no ingresara más entre líneas con el ’10’. A pesar del 3-1, ‘Mano’ hasta ahora no está del todo satisfecho. Falta pulir, probar, y sentenciar de una vez por todas lo que será Brasil 2014.

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Les corre en las venas

La esencia de Brasil no pasa por la seleçao de Dunga. Ronaldinho, Ronaldo y Kaká podrán ser futbolistas de ensueño y ser parte del podio para millones de aficionados, pero el rostro original de la Canarinha es fiel a una sola cosa que pasa por la espontaneidad, la libertad y la obsesión por dar iniciativa. Ellos no compartieron eso.

En su primer partido de los JJOO, Brasil sub-23 mostró la cara por la que miles de brasileños veteranos extrañan. La promesa es delatar en un estudio qué posibilidades tiene Brasil de cara al 2014, y es por eso que noté importantísimo echar ojo a la competición en Londres, y más a quienes acompañan dicha aventura.

Contra Egipto se vio su situación actual. La que viven futbolísticamente. El equipo africano condicionó a Brasil como cualquier rival puede hacerlo, pero dentro de las facilidades que concedieron, Mano dio la espalda y ordenó echar más cemento.

Que me digan que Brasil está preparado y es mejor de la mano de contragolpes sería el colmo. Pasar 70 minutos de todo el encuentro viendo que mejor van de salidas desde atrás, hasta en cualquier tramo ver a Neymar esperando la señal de robo, es para estar seguro que la CBF sigue apostando por proyectos que no son lo suyo. Si pruebas, hay.

Brasil se distinguió por ser efectivo en sus tres caminos de salida. Egipto en primera instancia hizo saber que había tendido la trampa en la espalda de su línea 3 mediocampista, pero con el correr de los minutos fui comprobando que esto no fue más que un error. El 4-4-2 romboidal de Egipto buscaba anticipar a la altura de Rómulo y Sandro. Ante ello, aprovecharon para golpear por los carriles derecho y central.

La línea de 3 buscaba anticipar en primera instancia, pero Brasil trabajó su espalda, y terminó ganando tras generar vértigo.

Por el sector de Rafael existió amplia superioridad. Ante el objetivo rival, Rómulo fue una pieza clave. Al inicio -al estar solo activado el sector derecho- era el que dirigía y jalaba a la volante mansa de Egipto. Jalar marcas ya era sencillo. Lo demás fue cuestión de Rafael, que activara una línea de pase y dirigiera la mirada hacia el centro. Ahí se ubicaba un receptor, que no se veía para nada afectado si la línea media se ubicaba lejos por tal movimiento de querer anticipar.

Rómulo en acción, sin balón. Hulk llega al área con una individualidad muy particular.

Rómulo entendió a la perfección, pero con la ayuda de Sandro y Neymar juntaron todo el eje vertical egipcio y lo terminó destruyendo con pase hacia la derecha, donde existía superioridad de Rafael con Óscar, que vale recordar, cumplió un rol exquisito en cuanto a las transiciones ofensivas.

Rafael y Óscar crean superioridad después del pase de Rómulo.

Y la ecuación se fue presentando una y otra vez. Menezes dentro de la exigencia por resolver probó recursos. Uno de ellos fue Neymar, que con la línea media replegada, igual zafó de ella para así asociarse con el jugador entre líneas, o también con la proyección del lateral -aunque eso quedó nula ya que Rafael no es Dani Alves, o Marcelo por banda izquierda-.

Ganar 3/4 de campo por el carril central fue otro casi pan comido. Óscar disfrutó detrás del balón. Así lo generó un movimiento de él tras inmediación de Rómulo y Sandro al estirar. Las líneas de pase sumaron en exceso cuando quedaba frente al inseguro volante.

Neymar, Hulk y Marcelo proyectado, se ofrecen.

Hay que puntualizar que Óscar fue exquisito hasta cierto punto. El exterior del pie es lo que más valió para coronarse en una noche nada complicada por naturaleza. Egipto permitió juego de posición a Brasil. Hay que decirlo, pero eso no significó un plano sencillo. La horizontalidad de los gauchos es meritoria. Así llegaron a portería rival con ocasiones más que cantadas.

Y por la inusual pero prodigiosa banda izquierda quedaba explotar a Marcelo y Neymar –que gozaba de total libertad pero que su origen lo llamaba siempre-. Los dos combinando amenazaban con trazar diagonales endiabladas por la carrera, y la situación que sufría el sistema egipcio con Neymar era alterarse ya que tenía que ocuparse tres jugadores de obstaculizar el dentro-fuera que acostumbraba El Gallo, y tras salir a presionar, ocuparse de Marcelo, que hacía rendir completamente a los 5 quedados atrás y que consecuentemente partían al bloque.

Marcelo proyectado encuentra infinidad de receptores.

Hasta aquí Brasil demostró con sangre fría poder controlar el partido a través del juego de posición. Egipto es verdad que facilitó las cosas, pero Neymar a través de las rupturas, Marcelo y sus proyecciones, Óscar jugando exquisitamente tras balón, Rómulo actuando sin él como nadie, y Sandro teniendo la suficiente calidad para apoyar como pivote los intentos fallidos del mediocampo, era inquietante soportar esta imagen:

El gol de Neymar fue hermoso, pero aferrarse a él a distintas ocasiones futuras costaron dos goles. El 3-2 final decía muchas cosas. Por ejemplo, que Mano prefiere el contragolpe. Rechazar un camino por el cual salían altamente beneficiados para practicar el robo y salida rápida no es más que la consecución a tales proyectos pro-mundial 82′. Que Neymar y Óscar disfruten. Que Sandro y Rómulo lloren.