Málaga Club de Inspiración

Hasta ahora, Manuel Pellegrini ha exhibido un libreto que es difícil de situar en un contexto tan competitivo como La Liga española. Al final de todo, él dice que talento es talento, y lo que ayer fue Cazorla, Cani y Borja Valero, hoy es Isco, Joaquín y Portillo. Los tres mediocampistas albicelestes demuestran ser excepcionales cada fin de semana; nos dejan más que exhibiciones. Hoy, el fútbol de La Rosaleda se dedica a rendirse a sus pies. La gente, a su vez, nos ha dicho desde octubre que se puede disfrutar del fútbol pensando como viendo el balón. ¿Ustedes creen?

No hay que perder el sigilo, eso sí. El Málaga de Pellegrini ayer se enfrentó al Valencia y la verdad dejó todo su esplendor gracias también -gran parte- al demérito rival. Mauricio Pellegrino quizá perdió la ocasión. El conjunto ché estaba casi obligado a presionar aprovechando las bajas del Málaga: primero, de un Monreal que estaba siendo hombre clave para las salidas, y segundo, de un Isco ‘tocado’ por los partidos entre semana. Aun así, el Valencia cedió metros a Demichelis, y junto con el doble pivote -magnífica actuación sin balón-, se salió estupendamente. Más allá, esperaban los genios, lo que se explica con vídeo, sí.

Así las cosas, con un Valencia que dejó espacios inevitablemente desde su 4-4-2 y terminó de romperse cuando Portillo hacía bascular a dos o tres hombres, y aun así -fíjense el tremendo talento-, siempre logró activarse alguna línea de pase. No le temió a nada. Ni Tino Costa y Gago pudieron evitar que conectara con Isco, que es de más decir que conduce como nadie y en el momento que menos te lo esperas, es capaz de girarte y matarte en la descarga. Por el otro lado estuvo Joaquín, que también se sumó al costado derecho. El Málaga es libertad, decisión gobernada por calidad, seguridad si los tres quieren combinar por un solo sector. No importa el corto espacio, salen airosos con mucho orden.

Pero los errores del Valencia trajeron mucho más: contras que llegaron al área de Alves desde cualquier zona del campo (por más alejada que fuera), situaciones de 1 contra 1, diversidad de espacios en la frontal. Ante todo, espectáculo en tres fases del juego, porque en defensa organizada supieron actuar también.

Toulalan fue el factor diferencial. Cuando el Valencia pisaba campo rival, las bandas estaban notablemente taponadas por la marca férrea de Gámez y Eliseu. Con los extremos también apoyando, la pareja Tino-Gago circulaba hacia el centro; llegaron a hacer sus mejores conducciones, pero se las robó el mediocampista con carácter más defensivo que ofensivo: Jérémy. Ante ello, las únicas buenas salidas que realizó el Valencia se dieron con Banega retrasado, ergo, asomando peligro, el doble pivote salió al corte, pero siempre encontraron solución los murciélagos, porque se cruzó Guardado, que acostumbra a ser limitado en lo explosivo, pero que su técnica le obligaba a colaborar de tal forma.

Solo para tener una pizca de ácido, ante el Zenit se mostró carencias que tuvieron que ver con sus salidas. Sufrieron, y hasta se diría que pudo descubrirse el ‘techo’ de este Málaga. Fue un ligero bajón emocional como aficionado. Pero hasta que no cedan metros, no se recupere Monreal, y Pellegrini no tenga a Isco tocado, este equipo seguirá robándose corazones.

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